Fentanilo, la droga que mata a miles de estadounidenses: causas, consecuencias y soluciones

 

 

El fentanilo, una droga letal que azota a Estados Unidos

Estados Unidos vive una crisis sanitaria y social sin precedentes por el consumo de fentanilo, un opioide sintético que es 50 veces más potente que la heroína y que se ha convertido en la principal causa de muerte por sobredosis en el país. Según los datos más recientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), más de 100.000 personas murieron por sobredosis de drogas entre mayo de 2020 y abril de 2021, lo que supone un aumento del 30% respecto al año anterior. De estas muertes, el 64% se debieron al fentanilo o a sus análogos1.

¿Qué es el fentanilo y cómo llegó a las calles?

El fentanilo es un analgésico opioide que se usa en medicina para tratar el dolor severo, como el de pacientes con cáncer o en cirugías complejas. Se presenta en forma de parches, pastillas o inyecciones, y se prescribe bajo estricto control médico. Sin embargo, también existe una versión ilegal del fentanilo, que se produce en laboratorios clandestinos y que se mezcla o se hace pasar por otras drogas, como la heroína, la cocaína o las pastillas falsificadas de oxicodona. Esta forma ilícita del fentanilo es mucho más barata y fácil de obtener que los opioides recetados, pero también mucho más peligrosa, ya que una dosis muy pequeña puede ser mortal.

El fentanilo ilegal llegó a las calles de Estados Unidos a mediados de la década pasada, como consecuencia de la epidemia de los opioides recetados que comenzó en los años noventa. Muchas personas que se habían enganchado a las pastillas para el dolor, como la oxicodona, buscaron alternativas más económicas y accesibles cuando las autoridades endurecieron los controles sobre las recetas. Así fue como se incrementó la demanda de heroína, que a su vez fue sustituida o adulterada por el fentanilo, mucho más potente y rentable para los traficantes. La mayoría del fentanilo ilegal que circula en Estados Unidos proviene de China, donde se fabrica con precursores químicos que se importan desde Asia.

¿En qué estados es donde se suscita este problema?

El problema del fentanilo afecta a todo el territorio estadounidense, pero hay algunos estados donde se concentra la mayor parte de las muertes por sobredosis. Según los datos del CDC, los estados con las tasas más altas de mortalidad por sobredosis relacionadas con opioides sintéticos en 2020 fueron West Virginia (95.5 por cada 100.000 habitantes), New Hampshire (80.7), Ohio (74.7), Delaware (73.3) y Rhode Island (66.9)3. Estos estados pertenecen a la región del noreste y el medio oeste del país, donde históricamente ha habido un mayor consumo de heroína y donde el fentanilo ha encontrado un mercado fácil. Sin embargo, también se han registrado aumentos significativos de las muertes por fentanilo en otros estados, como California, Arizona, Nevada o Florida, lo que indica que la droga se está expandiendo por todo el país.

¿Por qué vemos en los videos una sociedad apocalíptica llena de zombies?

Los efectos del fentanilo en el organismo son devastadores. Al ser un opioide, el fentanilo actúa sobre los receptores del cerebro que regulan el dolor y el placer, produciendo una sensación de euforia y relajación. Sin embargo, también deprime el sistema respiratorio y puede provocar una parada cardíaca. Además, al ser tan potente y variable en su composición, el fentanilo aumenta el riesgo de una sobredosis accidental, ya que los consumidores no saben qué cantidad o qué sustancia están ingiriendo. Muchas veces, el fentanilo se vende como otra droga o se mezcla con ella sin que el comprador lo sepa.

Los videos que circulan por las redes sociales muestran las escenas dantescas que se viven en algunas ciudades de Estados Unidos, donde se puede ver a personas en estado de shock, inconscientes o convulsionando por los efectos del fentanilo. Estas imágenes reflejan la magnitud de la crisis que atraviesa el país y la falta de recursos y atención que reciben los adictos. Muchos de ellos son personas sin hogar, con problemas de salud mental o antecedentes penales, que se encuentran marginados y estigmatizados por la sociedad. El fentanilo es para ellos una forma de escapar de su realidad, pero también una trampa mortal.

¿Qué es lo que le pasa a Estados Unidos? ¿Cómo llegaron a esto?

Estados Unidos lleva décadas sufriendo una epidemia de adicción a los opioides, que se ha cobrado más de 800.000 vidas desde 1994. Esta epidemia tiene sus raíces en el uso indiscriminado y abusivo de los analgésicos recetados, que fueron promovidos por las compañías farmacéuticas como una solución segura y efectiva para el dolor crónico. Sin embargo, estos medicamentos resultaron ser altamente adictivos y generaron una dependencia física y psicológica en millones de estadounidenses. Cuando las autoridades sanitarias se dieron cuenta del problema y empezaron a restringir el acceso a las recetas, muchos de los adictos buscaron otras opciones en el mercado negro, como la heroína o el fentanilo.

La llegada del fentanilo supuso un cambio cualitativo en la epidemia de los opioides, ya que multiplicó el número de muertes por sobredosis y dificultó las posibilidades de tratamiento y recuperación. El fentanilo es tan potente que puede matar con una sola dosis o con el simple contacto con la piel. Además, al ser una droga sintética, su producción y distribución no depende de factores naturales como el clima o la cosecha, sino que se puede fabricar en cualquier lugar y momento. Esto hace que sea más barata y abundante que otras drogas, y que tenga una mayor capacidad para adaptarse a las demandas del mercado.

La crisis del fentanilo se ha visto agravada por la pandemia del covid-19, que ha afectado negativamente a la salud física y mental de los estadounidenses. El confinamiento, el desempleo, el estrés y la ansiedad han contribuido a aumentar el consumo de drogas y a reducir el acceso a los servicios sanitarios y sociales. Muchos programas de prevención y tratamiento se han visto interrumpidos o limitados por las medidas sanitarias. Además, la pandemia ha dificultado la labor de los socorristas y los voluntarios que tratan de salvar vidas con naloxona, un medicamento que revierte los efectos del fentanilo en caso de sobredosis.

¿Cuáles son las posibles soluciones?

Para hacer frente al problema del fentanilo, Estados Unidos necesita implementar una serie de medidas integrales y coordinadas que aborden tanto la oferta como la demanda de drogas. Algunas de las posibles soluciones son las siguientes:

  • Reforzar la vigilancia y el control de las fronteras y los puntos de entrada al país, para evitar el ingreso y la distribución del fentanilo ilegal. Asimismo, aumentar la cooperación internacional con los países de origen y tránsito del fentanilo, para desmantelar las redes de producción y tráfico de la droga.
  • Ampliar el acceso y la cobertura de los programas de tratamiento y recuperación para los adictos al fentanilo, ofreciendo opciones médicas, psicológicas y sociales que les ayuden a superar su dependencia. Entre estas opciones se incluyen los medicamentos sustitutivos, como la metadona o la buprenorfina, que reducen los síntomas de abstinencia y el riesgo de sobredosis; la terapia cognitivo-conductual, que ayuda a modificar los patrones de pensamiento y comportamiento asociados al consumo de drogas; y el apoyo social, que facilita la reinserción laboral, educativa y familiar de los adictos.
  • Promover la prevención y la educación sobre los riesgos del fentanilo, especialmente entre los jóvenes y las poblaciones vulnerables. Esto implica difundir información veraz y científica sobre los efectos nocivos del fentanilo, así como sobre las formas de identificarlo y evitarlo. También implica sensibilizar a la sociedad sobre el problema del fentanilo y combatir el estigma y la discriminación que sufren los adictos.
  • Distribuir ampliamente la naloxona, un antídoto que puede salvar vidas en caso de una sobredosis de fentanilo. La naloxona se puede administrar por vía nasal o intramuscular, y actúa bloqueando los receptores opioides del cerebro, revirtiendo así los efectos del fentanilo. La naloxona debería estar disponible para los profesionales sanitarios, los servicios de emergencia, los familiares y amigos de los adictos, e incluso para los propios consumidores de drogas.

Estas son algunas de las medidas que podrían contribuir a frenar el avance del fentanilo en Estados Unidos, una droga letal que azota al país y que amenaza con convertirse en una catástrofe nacional.

Sin embargo, para que estas medidas sean efectivas, se requiere de una voluntad política firme y de una inversión económica suficiente, así como de una participación activa de todos los sectores implicados: autoridades, profesionales, organizaciones, comunidades y ciudadanos. Solo así se podrá hacer frente a este problema que afecta a la salud, la seguridad y el bienestar de millones de estadounidenses.

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