Por: Jonathan Mendiola
La serie de HBO “Succession” llegó a su fin el 28 de mayo con un episodio que dejó a los fans con la boca abierta.
La historia de los Roy, una familia que controla un gigantesco conglomerado de medios y entretenimiento llamado Waystar RoyCo, ha sido una de las más aclamadas y premiadas de los últimos años.
Con un reparto excepcional, un guion afilado y una dirección ágil, “Succession” ha retratado la vida íntima de los ultrarricos con un tono que mezcla el drama, la comedia negra y la sátira.
La serie creada por Jesse Armstrong se ha inspirado en varias dinastías reales del mundo empresarial, como los Murdoch, los Trump o los Kennedy, pero ha sabido crear unos personajes originales y complejos que han cautivado al público.
El gran interrogante que ha impulsado la trama ha sido quién sucederá al patriarca Logan Roy (Brian Cox) al frente de la compañía, tras sufrir un derrame cerebral en la primera temporada.
Sus hijos Kendall (Jeremy Strong), Roman (Kieran Culkin), Shiv (Sarah Snook) y Connor (Alan Ruck) han competido entre ellos por el favor de su padre, mostrando sus fortalezas y debilidades, sus ambiciones y traumas, sus lealtades y traiciones.
Pero “Succession” no ha sido solo una lucha por el poder, sino también una exploración de las consecuencias del abuso familiar y del impacto social de los medios de comunicación.
Los Roy han vivido en una burbuja claustrofóbica y tóxica, donde el dinero y la influencia lo han corrompido todo.
Sus relaciones personales y profesionales han estado marcadas por la violencia, el egoísmo, la manipulación y el cinismo.
Al mismo tiempo, su empresa ha moldeado la cultura y la política del mundo a su imagen y semejanza, sin importarles las consecuencias éticas o morales.
“Succession” ha sido una serie que ha reflejado los tiempos que vivimos, donde el poder se concentra en unas pocas manos y donde la verdad se relativiza según los intereses de cada uno.
Con un humor ácido y una crítica mordaz, “Succession” ha mostrado el lado más oscuro y realista de la élite económica, sin caer en el glamour o la idealización.
Al final de su recorrido, “Succession” se ha convertido en una obra maestra de la televisión que dejará un vacío difícil de llenar.